El estrés es una parte inevitable de nuestras vidas, puede ser un motivador o una carga. ¿Qué impacto tiene el estrés en nuestra salud física y mental? ¿Cómo afrontamos el estrés? ¿Se transmitirá el estrés a la próxima generación? Este artículo le revelará el secreto del estrés desde una perspectiva científica.
Factores estresantes y respuestas al estrés Los factores estresantes son eventos, cosas o incluso pensamientos que pueden provocar una respuesta al estrés. Los factores estresantes pueden ser experiencias desafiantes, como el primer día en un nuevo trabajo, una presentación importante, una solicitud de subvención o una emocionante carrera de Fórmula Uno. La respuesta al estrés, por otro lado, es su respuesta física y mental a estos factores estresantes. Durante una respuesta al estrés, el cerebro libera una serie de hormonas (incluidas la adrenalina y el cortisol) que afectan el cuerpo y la mente de una persona. Estas hormonas permiten que un individuo responda a los factores estresantes; esto a menudo se denomina ‘respuesta de lucha o huida’.
Características y diferencias individuales de los factores estresantes Las investigaciones muestran que los factores estresantes tienen algunas características inherentes. Las situaciones que son incontrolables, cognitivamente desafiantes o dolorosas pueden desencadenar una intensa respuesta de estrés. Ser juzgado por la sociedad o recibir comentarios negativos también puede aumentar los niveles de estrés. Sin embargo, existen grandes diferencias individuales en la percepción de posibles factores estresantes. Algunas personas ven las tareas peligrosas o complejas como desafíos, mientras que otras las ven como amenazas. Cuando nos sentimos desafiados, creemos que hay o es probable que haya un buen resultado. Y cuando nos sentimos amenazados, sentimos miedo o ansiedad por lo que está por suceder. Estas diferencias individuales pueden deberse a diferencias en la tolerancia a la incertidumbre, ya que algunas personas tienen más confianza en sus capacidades que otras. Las habilidades prácticas, el conocimiento y las experiencias de vidas pasadas también pueden moldear nuestras percepciones de eventos o circunstancias específicas y determinar nuestras habilidades de afrontamiento, es decir, cómo respondemos a los factores estresantes.
Estrategias de afrontamiento y efectos del estrés Las estrategias de afrontamiento incluyen la capacidad de aceptar la situación, volver a centrarse en lo negativo, visualizar el peor resultado posible y reflexionar sobre acontecimientos pasados. La elección y eficacia de las estrategias de afrontamiento dependen de la naturaleza del factor estresante y de las características del individuo. Algunas estrategias de afrontamiento pueden ser eficaces en algunas situaciones pero ineficaces o perjudiciales en otras. Por ejemplo, imaginar el peor resultado posible puede aumentar la ansiedad, mientras que reflexionar sobre acontecimientos pasados puede provocar culpa o depresión. Por lo tanto, debemos utilizar de manera flexible diferentes estrategias de afrontamiento basadas en diferentes factores estresantes y en nuestros propios estados emocionales. En resumen, si bien la respuesta al estrés tiene como objetivo preparar el cuerpo y la mente para los desafíos diarios o situaciones peligrosas y, por lo tanto, puede considerarse algo ‘bueno’, las experiencias crónicas de estrés pueden tener efectos ‘malos’ tanto mental como físicamente. Cuando el sistema de estrés se activa crónicamente, su sistema de retroalimentación interna se ve obstaculizado, lo que hace que el sistema de estrés se vuelva hiperactivo, lo que a su vez puede conducir a una desregulación grave del sistema a largo plazo. La desregulación de este sistema de estrés se asocia con cambios en áreas específicas del cerebro (como el hipocampo y la corteza prefrontal) y cambios en el sistema inmunológico, lo que aumenta las enfermedades mentales (como la ansiedad y la depresión) y las enfermedades físicas (como la obesidad, las enfermedades cardiovasculares). enfermedades y enfermedades autoinmunes).
La genética y la epigenética del estrés Curiosamente, los científicos han descubierto que los efectos del estrés crónico o traumático pueden incluso ’leerse’ en los genes. La biofirma del estrés se puede encontrar en lo que se llama nivel epigenético. La epigenética se refiere a los mecanismos que influyen en la actividad genética sin cambiar el código genético en sí. La metilación es uno de esos mecanismos epigenéticos. Se ha descubierto que el estrés severo altera los niveles de metilación, alterando la actividad de los genes relacionados con el estrés, así como los genes implicados en el sistema inmunológico y el crecimiento neuronal. Se cree que la sensibilidad al estrés puede transmitirse no sólo a través de interacciones entre padres e hijos, sino también a través de cambios epigenéticos. Estos cambios pueden preparar a la descendencia para futuros factores estresantes y, por lo tanto, pueden considerarse un mecanismo adaptativo. Sin embargo, si la próxima generación requiere tales cambios en el epigenoma y los sistemas de estrés asociados (es decir, para bien o para mal) depende del entorno en el que se desarrolla la nueva generación.
Conclusión El estrés es un arma de doble filo. Puede estimular nuestro potencial y también dañar nuestra salud. Necesitamos comprender los principios del estrés, reconocer sus fuentes, dominar la respuesta al estrés y proteger a las generaciones futuras del estrés. Veamos los aspectos buenos y malos del estrés desde una perspectiva científica.
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